A mí, esto de trabajar, como que no, vamos lo mínimo para pagar las cuatro facturas, ya que por no tener no tengo ni teléfono móvil y esto hoy en día resulta bastante difícil de afirmar, que yo sepa tan solo quedamos dos personas en España que no dispongamos de ese aparato, yo y un hombre ya bastante mayor que vive en Logroño. Todo esto se lo cuento, por que en el fondo siento curiosidad por esa gente que veo caminando a toda prisa con maletines en la mano, de aeropuerto en aeropuerto y trabajando más horas que un reloj. Y fíjense con lo que me he encontrado. Finalmente, no podía ser de otra manera, todos acaban un poco tocados y para que se puedan recuperar, stopstress, una avispada empresa se ha sacado de la manga un invento que se llama
destructoterapia, o lo que es lo mismo llevar a los altos directivos de las grandes empresas al más absoluto primitivismo, tanto hombres como mujeres, ya que cuentan que no les faltan clientes de ambos sexos y es que en esto de hacer el imbécil no hay discriminación. Los clientes son trasladados con los ojos tapados mediante furgonetas o autobuses y les dejan en medio de la montaña donde les esperan todo tipo de coches, ordenadores, teléfonos móviles esperando ser destrozados con una gran maza para que se desahoguen y puedan eliminar su estrés. También existen otras técnicas como revolcarse en el barro, volcar coches o aullar dentro de una cueva. Cuenta uno de los responsables de stopstress, que en una ocasión uno de sus clientes se pasó dos horas aullando dentro de la gruta. Si alguien conoce a este aullador nato, hagan el favor de presentármelo, por que me muero de ganas de darle una soberana colleja.
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