He estado repasando un articulo en el que, con motivo del centenario de Einstein, repasaban toda su vida y el legado que dejó a las generaciones venideras resultaba bastante ameno, hasta el punto que he conseguido aprenderme la teoría de la relatividad, perdonen el exceso de autoestima al hacer esta afirmación, aunque eso no quiere decir me la haya entendido, por que a mi eso de que el tiempo se estire no me acaba de entrar en la cabeza, pero lo que es la formulación me la he aprendido y ahora no me faltan motivos para recitarla como si fuera una cotorra a la primera de cambio y quedar como un señor, eso sí, siempre que no me hagan ninguna pregunta al respecto por que entonces me desmontan. Todo eso de que el tiempo se contrae o se dilata, me ha llevado a recordar las novelas de Welles y tantas obras de ciencia ficción y me he imaginado si no sería posible aplicar toda aquella fantasía a la vida real. Ya lo sé, es demasiado complejo y ya empiezo a desvariar. También me ha hecho recordar una antigua historieta de Bruce Jones, en la que un personaje, por accidente, viajaba a través del tiempo y se encontraba consigo mismo en su infancia, he salido corriendo a buscar el comic entre las estanterías y finalmente no lo he encontrado, pero gracias a su búsqueda he podido nutrir mi vista con todos los comics que editaba Toutain y que tenia arrinconados, que no olvidados, en medio de montañas de libros, no saben como he disfrutado con las viñetas de Bernie Wrigtson, de Russ Head o de Richard Corben que tantos buenos ratos me hicieron pasar hace años y que esperan con impaciencia que los rescate de su rincón.
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