Leo en la prensa, que el cocinero Ferran Adrià se ha aventurado a abrir una cadena de restaurantes bajo el nombre de
Fast Good con los que pretende hacer la competencia a los Mc.Donalds, Kentucky Fried Chicken y demás freidurias industriales, el secreto según Adrià no es otro más que ofrecer productos sanos de rápida ingestión, vamos que nos encontramos otra vez con lo mismo, las ensaladitas y los macarrones de siempre pero en recipientes de plástico y eso si, en un ambiente de lo más chic, que eso tira mucho y engaña a los modernos de turno. La verdad es que no tengo nada en contra de Adrià, hasta diría que lo encuentro un tío simpático y si lo han considerado el mejor cocinero del mundo pues por algo será, pero a mí esto de que tenga platos con el nombre de aire de vainilla o sandia deconstruida me suena a comida de astronauta y me hace recordar una anécdota que me explicaba C. pues había visto a Adrià en alguna ocasión en el bar Pinoccio del mercado de la Boqueria de Barcelona, metiéndose entre pecho y espalda unos jugosos bocadillos de chorizo. Ante lo que yo me pregunto ¿pero si tiene la mejor cocina del mundo... que hace este tío con un bocata en la mano? Vamos que tomaré ejemplo de lo que hace en la intimidad y no me pienso acercar a ninguno de esos restaurantes bio-chics que están proliferando por nuestras ciudades y cuando sienta hormigueo en el estómago me acercaré al bar el Maño para zamparme una deliciosa morcilla, regada con una exquisita caña de barril.
0 comentarios