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LA GRANDEZA DEL HOMBRE GRIS

LA GRANDEZA DEL HOMBRE GRIS Recientemente la revista Tehac me ha solicitado una crítica sobre la película "American Splendor", de la cual les dejo aquí un adelanto. Por si les aburre seguir leyendo, les recomiendo que aunque tengan que robarle la pensión al pobre vecino jubilado que hay en todas las comunidades, para poder ver la película, háganlo. El fin justificará los medios.
Llevar al cine una obra como American Splendor resultaba una tarea sumamente compleja, no sólo por la trascripción de las viñetas a la pantalla si no por el hecho de tratarse de una obra de culto del cómic underground americano seguido durante varias décadas con gran vocación por multitud de seguidores del 9º arte, estamos lejos de las grandes adaptaciones de superhéroes de la Marvel, que dedican todo el interés a espectaculares diseños de producción y efectos especiales para al final no explicar nada. En American Splendor, Harvey Pekard, se dedicaba a guionizar su vida para llevarla al papel de la mano de algunos de los mejores ilustradores de cómic underground, entre ellos Robert Crumb (una reverencia), allí quedaban plasmadas las penas de un tipo corriente, gris, coleccionista de discos antiguos de jazz, sin futuro y con un trabajo de funcionario que detesta pero que al mismo tiempo le sirve de flotador para dar sentido a una vida vacía. Las viñetas de Pekard han sido llevadas al cine con total maestría y gran respeto, (algunas secuencias resultan casi calcadas a las imágenes originales editadas anteriormente en papel) por dos directores de los cuales hasta el momento no había tenido ninguna noticia Shari Springer y Robert Pulcini, consiguiendo el premio a la mejor película en el último festival de Sundance, el premio Fipresci en Cannes y una nominación al mejor guión adaptado en los Oscars. Spinger y Pulcini consiguen que mediante las miserias de Pekard el espectador se alíe con él debido al efecto catártico que producen las escenas. Otra muestra del talento de estos directores es la forma como está rodada la película, el mismo Pekard y la mayoría de los personajes originales aparecen haciendo de sí mismos junto con los personajes que los interpretan, consiguiendo de esta manera una espléndida fusión entre cine, documental y cómic. Un ejemplo de ello es la escena protagonizada por los auténtico Pekard y Toby Radloff conversando entre ellos mientras en un segundo plano aparecen los actores que los interpretan.

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