Luis Buñuel explicaba que durante el estreno de "Un perro andaluz" acudió al cine junto con Salvador Dalí, con los bolsillos llenos de piedras para lanzarlas al público y reprimir de esta manera la presunta reacción de los allí asistentes. No hizo falta sacarlas del bolsillo, ya que todo fueron elogios para su primera película, por lo que se sintieron un tanto desdichados, ya que no consiguieron provocar tanto como esperaban. Años más tarde, Luis Buñuel y Salvador Dalí volvieron a colaborar en una segunda obra que se titularía
"La edad de oro" y en esta ocasión sí que consiguieron la reacción esperada. Después de seis semanas con la sala llena de público, entraron al cine varios grupos de la ultraderecha francesa que destrozaron las butacas, rompieron los cuadros de Dalí, Erns y Tanguy que colgaban en el vestíbulo y mancharon la pantalla con pintura. Buñuel y Dalí habían atentado culturalmente contra las bases más conservadoras de la sociedad de aquella época, dispararon contra la iglesia, la burguesía y todo lo que se les puso por el camino, lo que llevó a la prohibición de la película en Francia durante 50 años, y casi le cuesta la excomunión al mecenas que subvencionó la obra. Todo esto se lo cuento porque hoy, Sábado Santo, se proyecta en televisión "La edad de oro" y acto seguido
"Simón del desierto", (¿querían caldo? Dos tazas), también del maestro Buñuel, lo que demuestra que muchas cosas han cambiado desde entonces, pero hace poco más de un año hubiera sido inimaginable que bajo el mandato del Régimen Popular se proyectara esta película en televisión en un dia como hoy. Yo, de momento, me preparo para atrincherarme en el sofá, armado con el mando a distancia del vídeo para apretar el botón rojo por si Morfeo decide llevarse mi alma al séptimo cielo y así ver mañana y sin sueño la sesión completa.
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