Hoy me he hecho con un libro de fotografías de los años 80, ya saben, esos monográficos que edita Köneman haciendo un repaso en cada libro de todas las décadas del siglo XX. Manejables y económicos, que van de maravilla para matar los ratos muertos mirando las imágenes y recordando las miserias de la humanidad que son sepultadas en nuestra memoria por nuevas miserias que así se van sucediendo. Allí estaban todos, sonrientes ellos... todos los protagonistas de la década: Hussein que entonces era amigo de EEUU, Noriega que había dejado de serlo o Gaddafi que con el tiempo se haría colega, y he pensado que siguiendo esta misma regla de tres quizás algún día acuda Bin Laden a la boda de las hijas Bush Jr. También he podido recordar unos tiempos que me son muy cercanos, con todo aquel jolgorio de colores que con el tiempo se han convertido en horteras pero que por entonces eran de lo más fashion. Por allí desfilaban Madonna con sus medias de regilla,Maradona cuando era grande, Bowie, que nunca ha dejado de ser grande, Stephen King , Warhol, Magnum, E.T, el Coche fantástico y el breack dance. El sida se convirtió en pandemia y mató el sueño hippy de los 70 del amor libre, también se llevó a Freddy Mercury, Rock Hudson y muchos otros que pocos recordarán. Pero la imagen en la que más me he fijado es aquella del atentado contra Ronald Reagan, aquella en que yacía estirado en el suelo, en medio de la calle y con los guardaespaldas alrededor aún sin reaccionar y armando las metralletas mientras buscaban de dónde venía aquel disparo y he recordado todo lo que ocurrió más tarde, cuando detuvieron al personaje que disparó contra el presidente y declaró que todo lo había hecho para llamar la atención de Jodie Foster. Fue tan romántico, oigan.
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